Juan Montalvo
Juan
Montalvo desde joven se dedicó al cultivo de las letras, por tanto sus
obras son el producto de su afición y dedicación, tales como: "Los Siete
Tratados", "Capítulos que se le olvidaron a Cervantes", "La Dictadura
Perpetua", "El Cosmopolita", "Las Catilinarias", "El Espectador", "El
Regenerador", "Geometría Moral", "La Mercurial Eclesiástica". La crítica
coloca a Montalvo entre los autores clásicos ecuatorianos, por la
galanura de la corrección; en sus escritos demuestra Montalvo el amor a
la libertad, la defensa a la democracia y la divulgación de los
conocimientos científicos, en procura de un mejoramiento de la ética
social. Al respecto el critico español don Juan Valera, dice de
Montalvo: "es un escritor violentísimo, batallador y pendenciero, a
quien le agradan los actos y sentimientos más opuestos". Y, Marcelino
Menéndez y Pelayo, afirma: "Montalvo es un sofista agudo, ingenioso,
brillante, castizo, aunque pedantesco prosista". Literalmente Montalvo
ha sido y es conocido como el Cervantes de América.
Ahora
algo sobre sus creencias religiosas. En la hora de su muerte rechazó a
un sacerdote diciéndole "Yo no creo en la confesión; estoy en paz con mi
corazón y mi conciencia; puedo comparecer tranquilo ante Dios". Emilia
Pardo Basán lo califica de alma religiosa y pensamiento heterodoxo".
Otros lo tildaron de impío, malvado protestante en cuyo corazón ardía la
rebeldía de Pablo y de Lutero. Pero otros críticos dicen que Montalvo
fue un enamorado de Dios y de la Biblia, según propias palabras en una
carta dirigida a su amiga Pardo Basán, le dice: "Mi alma está llena de
Dios", y agrega: Que satisfacción hablar con Dios en la soledad, huido
de los hombres, mal calificado por ellos; pero titulado, condecorado por
el Soberano de los Cielos". Más confesaré con Dios Omnipotente y
misericordioso.... La muerte que le pido, Dios me la ha de dar: muerte
de filósofo cristiano, sin dudas ni temores... creyendo en El y no en
las patrañas de sus difamadores (ciertos curas) alabando sus obras y no
maldiciendo las de los hombres" "Si yo hubiera vivido en los tiempos de
Cristo, lo habría seguido... Tan real, tan profundo es el amor que
siento por El, me embelesan tanto sus historias, que las sigo todos los
años desde Belén hasta el Calvario".
De
su matrimonio quedó una hija, María del Carmen que creció fuera del
afecto paternal, por eso escribió para ella: "Carta de un padre joven".
Fue desterrado a Ipiales; y en 1882 a París, en donde murió el 17 de
enero de 1889.
Gracias
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